Los síntomas de incipiente profesionalización y de pujanza generalizada del podcasting que en en los dos últimos años han sido más que palpables se han agudizado este año. Dice la Universidad de Navarra (mediante un informe de su Center for Internet Studies and Digital Life School of Communication) que un 52% de los menores de 45 años son oyentes de podcasts (no especifica si habituales o esporádicos) pero los datos del último Estudio General de Medios de 2017 (la primera vez que el podcasting aparecía en el informe: ya iba siendo hora) no son tan halagüeños: solo el 1,6% de las escuchas radiofónicas se hicieron mediante podcast.
El baile contradictorio de cifras arroja una luz clara: las grandes emisoras y las plataformas publicitarias siguen sin entender que el podcasting no es únicamente un archivo de material radiofónico ya emitido, un mero repositorio. También Ivoox promociona en su página principal mayoritariamente contenidos radiofónicos (deportivos, documentales y esotéricos en especial), quedando los programas exclusivos de podcasting en una especie de limbo estadístico que dificulta su potencial monetización en base a patrocinios. Sabemos que transatlánticos como “La Escóbula de la Brújula” (cada día más variada y premiada) y “La Órbita de Endor” (completada su primera temporada ya profesional, parece cada vez más el chiringuito del coronel Kurtz) tienen una enorme y fiel parroquia pero no sabemos cuán grande es su diócesis.
La SER y su Podium Podcast siguen siendo la única gran apuesta de grupo empresarial de comunicación con contenidos diferenciados a los radiofónicos. El fichaje de los Todopoderosos (“Aquí hay dragones” es un programa muy encorsetado pero más que funcional gracias a la chispa, cultura y complicidad de sus cuatro protagonistas), la apuesta por la ficción (“Informe Z” y “La asamblea de los muertos” han ido desinflándose progresivamente; “Guerra 3”, todavía no finalizada, parece aguantar mejor el tipo: sea como sea, la querencia por los contenidos apocalípticos y noir debería evolucionar hacia otros tonos) y la operación empresarial con Fisher-Price (patrocinando varias series sobre crianza y paternidad) han sido las novedades de un año en el que parecen haber dejado de apostar por programas de fondo (un “Laboratorio de Investigación de Series” algo enterrado en su parrilla, un “Micro” y otros formatos periodísticos muy dejados de lado) y en el que se ha tenido la feliz idea de incorporar programas latinoamericanos. Veremos si la SER ha demostrado haber entendido el fenómeno del podcasting: ahora mismo, “La Vida Moderna” puede ser algo parecido a su examen. Habiendo relegado el programa todavía más tarde en la madrugada (y reduciendo su audiencia radiofónica a la mitad), uno tiene la duda de si eso supone una apuesta total por el podcast (como si la audiencia radiofónica fuera indiferente y se lo jugaran todo a la escucha diferida: parece que, obviamente, los fans de Ignatius, Quequé y Broncano han seguido escuchando sus peripecias nocturnas por igual) o una manera de dejar morir un programa para justificar su cancelación. ¿Pasará como con “Carne cruda”, es decir, un programa exitoso que tiene que dejar de emitirse en radio convencional por presiones empresariales debido a su contenido o su tono pero que tiene tanto seguimiento que continuará funcionando ya como podcast independiente?
Y tras certificar que el retoño sigue siendo prometedor aunque el medio parece no saber qué hacer con él, ¿qué formas y nombres ha adoptado este 2018? “Casus Belli” (historiografía sobre la Segunda Guerra Mundial con un nivel de detalle agotador) y “5W” (periodismo de investigación) han nacido y con muchos tentáculos: el primero subcategoriza su análisis pormenorizado sobre la última gran contienda mundial en varios programas (sobre barcos, aviones, batallas…) y el segundo, dividido en Revista y Charlas, consigna y comenta la actualidad global mensualmente. Los veteranos siguen en forma: “Días extraños”, “Elena en el País de los Horrores”, “Histocast”, “Coffee Break” o “Campamento Krypton” no han acusado bajas en sus especializadas fanbases y, por supuesto, endorianos y escobuleros siguen aferrados al trono. Y, sí, sorprendentemente cosas como “Carne de Videoclub” o “Los 3 cuñados” siguen emitiéndose, demostrando que el factor nostalgia es un activo muy en boga para ganar clicks.
En catalán, aplaudir “Tor: tretze cases i tres morts”, el primer serial de no-ficción producido por el equipo de Catalunya Ràdio (y que no tiene nada que envidiar a sus numerosísimos primos yanquis), la aparición de “Les coses fonamentals” (tertulia literaria semanal sin miedo a mojarse) y la continuidad de “A les portes de Troia” (historia) y “Mossega la poma” (ciencia). Defunciones: “Reservoir jocs” y “Microbis” vuelven a desaparecer (en su momento ya reaparecieron), “En veu alta” parece que cierra su libro y “L’hipòdrom” no ha pasado del cuarto episodio.
En inglés, un año más el océano es casi hostil de tan gigantesco. En Estados Unidos el podcasting despegó antes que en ningún otro sitio (aunque Turquía parece tener muchísimos seguidores del formato) y es el auténtico y profesionalizado laboratorio del género. Ha habido temporada completa (la tercera ya) de “Revisionist history”, en la que Malcolm Gladwell ha vuelto a recontextualizar historias del pasado con su habitual lucidez y buen hacer. “The butterfly effect” (una de las sorpresas de 2017: ¿un podcast documental sobre las luces y sombras de la industria del porno actual tiene interés y recorrido? Mucho, si se hace tan bien como Jon Ronson) ha tenido episodio de avance para el año que viene y “The habitat” es una delas curiosidades del curso: las tribulaciones (reales: this is a real story) de seis personas encerradas en un lugar secreto de Hawai para entrenarse para una eventual conquista marciana. Plataformas como Gimlet, Panoply o Slate han seguido bombardeando a su público con seriales sobre psicópatas (“Serial” no para), serie negra (“Undisclosed” sigue encontrando las taras del sistema judicial), análisis político y con perspectiva del pasado relativamente reciente (“Slow Burn” vuelve con el caso Clinton, “Caliphate” habla sin tapujos de terrorismo islámico y “Making Obama” nos cuenta el ascenso al poder del penúltimo presidente norteamericano), muchísimo análisis de la industria del entretenimiento, todavía más contenidos para emprendedores, mucho podcast sobre estilo y tendencias y, siempre, ficciones a cascoporro (“Rabbits”, “Homecoming”… la lista y colores son infinitos). Veteranos absolutos (Marc Maron y su “WTF”) y recientes (“How to be a girl” sobre la transformación en niña del hijo de la creadora del programa y “The hilarious world of depression” arrojando una mirada seria pero desmitificadora a la depresión con la ayuda puntual de famosos) han demostrado que el podcast puede ser un formato de largo recorrido, algo que la BBC también sabe y ha abrazado. Para ellos el año empezó con “The Assassination” sobre el todavía sin resolver asesinato de Benazir Bhutto y siguió con la investigación de “The Grenfell Tower Inquiry”, el universal “How to Invent a Country” y encaró su recta final con el elefantiásico “The War that Changed the World”. Por el medio, decenas y decenas de programas sobre cualquier tema: comida, coches, autismo, psicología… «You name it» y nos abrumáis. Sus veteranos, también, más que en forma: “In Our Time” rastrea la cultura (en amplio sentido) global y “Headliners” lo hace en un sentido más concreto (entrevistas a personalidades destacadas de la música, el cine y el entretenimiento en general). Consigno mi desconocimiento sobre el estado actual de la cuestión podcast en otras lenguas y animo al lector a sacarme de mi ignorancia. Runners y commuters: aquí tienen horas y horas de pasatiempo para sus pabellones auditivos. Disfrútenlos.
Comentarios sin respuestas