Editorial De Conatus. 186 páginas. 1ª edición de 2024.
En 2022 leí Amores torcidos (editorial Tres hermanas, 2022) de Recaredo Veredas (Madrid, 1970), que es amigo con el que quedo de vez en cuando. Ya conté que Amores torcidos me sorprendió gratamente, y su narración sobre los abusos que sufría un adolescente en un colegio privado del Madrid, en la década de 1980, me pusieron los pelos de punta. En 2024, Recaredo ha publicado una nueva novela, titulada Soberbia, en la editorial De Conatus, que cobró popularidad cuando en octubre de 2023 se anunció el Premio Nobel de Literatura para el noruego Jon Fosse y era De Conatus la editorial que había apostado por él en España.
Estuve en la presentación de Soberbia en Madrid, que tuvo lugar en la librería Antonio Machado de la plaza de las Salesas, y fue la escritora Elvira Navarro la que acompañó a Recaredo. Una frase de la presentación de Elvira Navarro me llamó la atención, y estuve pensando en ella mientras leía la novela: Veredas escribe su novela como si estuviera contando la información de forma resumida. Soberbia es una novela relativamente corta (de unas 170 páginas, si descontamos las de cortesía iniciales), y el arco temporal de la narración abarca más de treinta años. El personaje principal de la novela es Sebastián López de Lucena, al que conoceremos recién ingresado en la facultad de Medicina de la Complutense de Madrid, durante la etapa final del franquismo.
«Sebastián y su familia viven en un barrio próximo a la Castellana madrileña, un pequeño París con calles anchas y arboladas, con edificios que nacieron como mansiones y terminaron como pisos, donde la élite de la ciudad duerme y muere y adonde todo arribista aspira a llegar. Ocupan un lugar intermedio en la comedia, situado entre las grandes fortunas y los profesionales meritorios.», leemos en la página 18. Soberbia es una novela muy madrileña, que retrata en sus páginas a los vecinos del barrio de Salamanca, desde una perspectiva crítica, no exenta de sarcasmo. El propio apellido de la familia, «López de Lucena», con su ennoblecedora «de», es de dudoso origen, y solo remontándose al abuelo andaluz de Sebastián, enriquecido con el contrabando, se pueden encontrar ya dos ramas de la familia: la de los López y la de los Lucena.
El padre de Sebastián es médico y esta será también la vocación del hijo, que destaca en la universidad y pronto se especializará en el tratamiento del pulmón, leyendo revistas extranjeras y poseyendo unos conocimientos en el tema superiores a los de la España de la época. Sebastián, alentando por su padre, pronto empezará a soñar con recibir el Premio Nobel de Medicina, tras convertirse en el primer médico del mundo capaz de realizar una prótesis de pulmón válida. El régimen franquista, ávido de reconocimiento internacional, apoyará al joven Sebastián como posible niño prodigio de la medicina moderna.
La mirada de Veredas sobre sus personajes –y sobre Sebastián en particular– es casi siempre cruel. Cuando el lector puede sentir un mínimo de empatía por Sebastián, Veredas se encargará de recordarle, de forma insistente, que se trata de una mala persona, pagado de sí mismo e imposibilitado para amar a alguien que no sea él mismo. «Es perfecto y así se considera cuando se repasa frente al espejo.» (pág. 16), «Sebastián solo se quiere a sí mismo» (pág. 29), «Sebastián nunca, ni un solo día, deja de pensar en su patrimonio y en su futuro.» (pág. 44)
Incluso, cuando –como todo parece indicar el comienzo de la historia– la prótesis pulmonar ideada por Sebastián no vaya a funcionar, el narrador le explicará al lector que a Sebastián no le preocupa, en realidad, el bienestar de sus pacientes, sino tan solo su gloria y reconocimiento: «Carecen de su conocimiento de los matices cardiacos. No causarían la muerte del paciente, que es lo de menos, sino que ninguno sobreviviría más allá de tres o cuatro días.» (pág. 43)
Yo nunca he ido a un taller literario, pero sé que una de las consignas que se suele impartir en ellos es que el escritor debe «mostrar» a sus personajes y no «explicarlos». Es decir, el autor debería mostrar cómo actúa o habla su personaje y de este modo el lector comprendería que es alguien soberbio o pagado de sí mismo. En Soberbia, Veredas rompe de continuo con esta regla y su narrador, de forma insistente, explica cómo son sus personajes y cuál es la mirada que el lector debería tener sobre ellos. Aunque en primera instancia, este hecho pudiera parecer un error en la construcción de la novela, acaba convirtiéndose en un rasgo de estilo, lo que hace que, como peculiaridad narrativa, propia del estilo de Veredas, funcione. Este continuo señalamiento del autor sobre lo que debe pensar el lector acerca de los personajes se acaba convirtiendo en un rasgo humorístico, y toda la novela adquiere así un aire bufo, un toque de farsa, que elude el realismo de los hechos narrados.
En el trasfondo político, pasaremos de la dictadura a la democracia, mientras los López de Lucena, como buenos arribistas, siempre tratan de nadar y guardar la ropa, y por eso van a misa y a manifestaciones antifranquistas. Se dejan ver en un lado, en el otro… porque cuando se produzca un cambio de régimen tienen que haber quedado bien con ambos lados por lo que pueda pasar. El final de la novela nos acercará hasta el gobierno de José María Aznar (presidente de España desde 1996 hasta 2004). Conoceremos también a los hijos de Sebastián: los mellizos Ángela y Jacobo, una torpe socialmente y poco agraciada y el otro, que también querrá ser médico, exitoso y guapo. Como ya ocurría en Amores torcidos, Veredas volverá a hablar, en su nueva novela, de la crueldad adolescente y de los abusos y marginalidad que va a sufrir Ángela en el colegio. De nuevo, Veredas me conseguirá poner los pelos de punta con este tema.
«Amigo Sebastián, la búsqueda de reconocimiento es la mayor de las desdichas porque lo pones todo en manos del otro. De alguien que puede, a su antojo, elogiarte o machacarte.», le dirá uno de los personajes a Sebastián en la página 179. Durante el último tercio de la novela, cuando Veredas nos hablaba de los hijos de Sebastián, llegué a tener la sensación de que no tenía muy claro hacia dónde se dirigía la novela y que esta corría el riesgo de habernos contado ya lo que tenía que contar y acabar en un punto diferente al que la primera mitad del libro parecía conducirnos. Sin embargo, en el tramo final del libro, Veredas vuelve a enfocar su mirada sobre Sebastián, el personaje principal del libro, y consigue cerrar su novela de un modo brillante, manteniendo su tensión narrativa hasta el final.
Como ya había leído hace dos años Amores torcidos, esta vez no he ha pillado por sorpresa: Recaredo Veredas es un gran narrador, que sabe mantener la tensión de una historia. Soberbia, a través del retrato implacable de su protagonista, Sebastián López de Lucena, sabe mostrarnos –y reírse de ellos– los tejemanejes de una clase social (la burguesía madrileña), durante un periodo crucial de nuestra historia, el de la Transición y sus aledaños, antes y después. Soberbia es una novela destacada dentro de la narrativa española actual, que gustará a todos aquellos que quieran mirar nuestra sociedad con sentido crítico y humor.
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