Quien haya leído esta reseña desde el principio se habrá dado cuenta de que este lector se dejó en la segunda parte una pregunta sin responder tan importante como «¿Para qué tipo de lector es Circular 22?». Como a estas alturas ya deben quedar pocos lectores, en confianza, puedo permitirme intentar resolverla.
Este libro lo puede leer cualquier persona, no es una obra críptica que necesite de un mastodóntico bagaje cultural. Es una novela para amantes de la literatura, con innumerables citas y referencias, pero casi todas se encuentran en los fragmentos de no ficción o bien explicadas. Para entender Circular 22 solo se necesita dedicarle tiempo de lectura atenta. Sin embargo, tengo la convicción de que existe un público objetivo para Circular y es toda persona que se dedique a escribir, ya sea de manera aficionada o en diferentes grados de profesionalidad y, en último término, a intentar crear literatura.
El lector-escritor disfrutará de las páginas de Circular 22 debido al hecho de que no es una novela perfecta. Espera, para un momento. ¿Traiciona entonces Vicente Luis Mora la naturaleza perfecta, circular, esférica a la que debería a aspirar una obra “totalizadora”, un libro “mundo”? De ninguna manera. Al igual que la Tierra, que vista desde el espacio parece una esfera y en realidad es una patata más o menos deforme, un elipsoide oblato.
Decía Octavio Paz de los poemas de Elizabeth Bishop que eran perfectos no como la esfera, sino que tenían la perfección irregular, la perfección imperfecta de la planta y del insecto. Si yo fuera Octavio Paz hubiera encontrado una forma similar de describir la imperfección de Circular, pero como no lo soy, ni me acerco, lo que puedo decir es que veo en la arquitectura del libro una forma de enseñar las costuras de la escritura.
Nos encontramos así un relato en el que no esconde que se cimenta en una canción de Aviador Dro (titulado M80), relatos dialogados en los que entra muy muy tarde y se sale muy muy pronto, el mismo relato Calle Flor Alta y Calle Flor Baja probado con diferentes narradores, entre otros ejemplos que no pueden pasar desapercibidos para el lector-escritor.
Quizás, el peor aporte que hizo Cortázar a la literatura fue decir en una entrevista que el cuento debía ser esférico. Y no porque no tuviera razón, o sí, que da igual, sino porque esta idea de lo circular o esférico como perfección se ha repetido hasta la saciedad en las escuelas y talleres de escritura. Tanto que se ha acabado por asumir como axioma y ha conseguido un alud de relatos perfectos, a los que ni les falta ni les sobra nada, perfectamente esféricos e indistinguibles.
En el relato Calle Libertad / Plaza Descalzas podemos seguir el proceso de un escritor buscando el mejor comienzo para un relato mientras escribe tres relatos al mismo tiempo. Y es que hay relatos en Circular que parecen sin terminar, no me refiero a finales abiertos. Son cuentos a los que se le ven los cimientos o el ensamblaje, que nos muestran el esqueleto de la literatura, de la escritura, el armazón de la ciudad. Relatos que se quedan cortos, que casi parecen el bosquejo de cualquier relato que estamos acostumbrados a leer, el esqueleto de un edificio a medio construir, o un plano técnico, una secuencia de una obra de teatro callejero que nos encontramos a medio empezar, un blueprint, la fachada de un edificio en restauración. La ciudad está llena de imágenes a medio hacer. Siempre estamos de paso en una ciudad y la propia ciudad está de paso sobre sí misma.
De esta manera nos encontramos con un relato en forma de artículo de investigación bajo el título Universidad Complutense, Notas para una reconstrucción en el que el investigador autor del texto habla de un cuento perdido y va reproduciendo fragmentos de él hasta restaurarlo. ¿Qué sería de una ciudad sin restauradores?
No sé cuántos relatos hay en Circular, he leído a Vicente Luis Mora en algunas entrevistas o en redes sociales hablar de cantidades que rondan los 250 o 300. Si se hubiera dedicado a pulir esos relatos y dejarlos en la forma estándar que predomina en el mercado en la actualidad nos encontraríamos con 25 libros de relatos. Podría tener su propia colección en Páginas de Espuma o Salto de Página. Nos puede parecer que Mora ha dejado el libro a medio escribir, a veces no escrito o incluso en proceso de borrado, pero en realidad no debemos verlo así: está mostrando un proceso, el de la construcción y reconstrucción de la ciudad y de la literatura. El fragmento Paseo Eduardo Dato tiene algunas palabras tachadas, otras subrayadas y anotaciones de corrección del autor entre paréntesis que acaban con (repensar palabras subrayadas, metaliterarias, pedantes, trabajar hipograma).
Ya he comentado que Circular está salpicado de intentos de estirar las técnicas, las formas de narración, los géneros. Hay mucho de mesa de laboratorio. Estas técnicas, que pueden parecer experimentos, a buen seguro las veremos en un futuro utilizadas por narradores sagaces (pienso en Andrés Neuman, por ejemplo), integradas sutilmente en sus novelas. Quizás por el propio Vicente Luis Mora en su próximo trabajo, tal y como ha logrado Alejandro Zambra en Poeta Chileno tras trabajar con textos experimentales anteriormente (Facsímil, Mis Documentos).
Leída en el momento adecuado, Circular 22 puede ser un catalizador para futuros escritores. Un libro sin cinismo, sin pulir, que el lector puede hacer seguir creciendo, abierto a la improvisación, un callejero de una ciudad por construir. La caza de muchos instantes de gracia, la geometría arrugada del Nueva York de José Hierro, la desmitificación de la ciudad y sus lenguajes, de la literatura y sus calles, mal avenidos, chocándose al doblar una esquina. Unas aceras que ebullen dentro de la novela como dentro de la ciudad, hasta resquebrajar sus asfaltos, agrietar sus fachadas y descuajeringarla.
REFERENCIAS:
Cortazar hablando del cuento esférico en youtube:
Reseña en marcha de Circular 22:
Parte I: Reseña en marcha de «Circular 22», de Vicente Luis Mora (I)
Parte II: Instrucciones de uso: reseña en marcha de «Circular 22» (parte II)
Parte III: Leer como una película de Pixar (Reseña en Marcha de Circular 22: Parte III)
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