Horizonte tardío (Comba, Barcelona, 2024) es la primera novela de Ernesto Escobar Ulloa. La obra transita entre una historia de viajes, de adolescencia y de heavy metal. Uno de sus atractivos es la digresión narrativa del texto acompañada de una fuerte oralidad. Estos bailes en la narración surgen de forma orgánica sin florituras. Dentro del texto, el motivo que lleva a las idas y venidas de diferentes escenas responde a que el narrador le cuenta a una vieja amiga cómo le ha ido la vida. Igual que en una conversación, cada anécdota conduce a otra. Hacia adelante. Hacia atrás. Hacia adentro. Hacia un horizonte tardío.
Desde la primera frase nos sumergimos en un relato conversacional. El narrador dialoga con alguien. Le cuenta varias historias interconectadas entre ellas. La interlocutora, cuando interviene, sabemos que es Aurora, una amiga del protagonista que está hospitalizada. Desde el minuto uno, nos zambullimos en una charla entre viejos amigos donde él, Ezra Martín Yauri, le explica cómo pasó la Nochevieja de 1990. Comparte con ella las vivencias que le llevaron a celebrar aquel Año Nuevo en una playa peruana. Un viaje por carretera desde Lima hasta allí. Las escenas de la ruta se entremezclan con anécdotas variadas. Sobre poesía, amor, desamor, heavy metal, amistades, compañeros de viaje, escribir y los nombres que ha tenido Ezra. Todo mezclado sin perder ninguno de los hilos que entretejen las historias que confluyen en el camino hacia el destino del final del año noventa.
Algunos autores y autoras suelen jugar con las palabras para darles un segundo o tercer sentido dentro de su ficción. El caso de Escobar Ulloa no es una excepción. El nombre del personaje principal de su novela ha sido bautizado con un nombre y dos apellidos que son diseccionados y renombrados en todo momento. Se llama Ezra en honor al poeta Ezra Pound. Su primer apellido, Martín, suena a nombre de pila. En cuanto a su segundo apellido, Yauri, lo relacionan con una figura importante peruana. Dado que su nombre es extraño y puede referirse a una mujer también, los niños juegan con él. Le remueven las letras por delante, por detrás y por el centro. El pastiche resultante es Zero. Este es el antropónimo con el que el joven se siente más identificado.
En la oralidad no hay normas. Cuando le contamos algo a alguien, saltamos del relato principal a otros secundarios. A veces, incluso, cambiamos el orden de lo que contamos. Dentro de nuestro discurso, hay un orden, una lógica, un sentido. Desde el punto de vista narrativo, puede parecer un caos. Desde nuestra voluntad de verbalizar recuerdos, todo fluye. Esta tónica es el corazón de esta novela. A su vez, el autor añade otros tipos de textos dentro de la novela. Encontramos fragmentos del diario de una chica, el cuento de una joven autora y un debate profundo sobre heavy metal. Todo ello, aunque no lo parezca, estructurado en capítulos, dos partes y un anexo. En apariencia no hay orden. Sin embargo, en la mezcla y la fragmentación del viaje hacia la playa hay una ruta de carretera y narrativa que fluye. A diferencia de otras propuestas similares, en este caso no hay espacios entre párrafos que marquen los cambios en las narraciones. Tampoco hay indicios que acompañen al lector a averiguar cuándo se dan estos saltos entre una parte del relato y otra. No hace falta. Si buceas dentro de las palabras de Zero, encuentras el sentido que quiere expresar.
Como ya ocurría en el compendio de cuentos Salvo el poder, la realidad sociopolítica de Perú está presente en esta obra. De nuevo, dicha temática se ubica en la periferia de la novela y no en el centro de la misma. Si hubiera que buscar un centro, este sería el del viaje transformador del narrador. El paso de joven inmaduro a alguien un poco menos inmaduro. Otro aspecto a tener en cuenta es el uso de términos propios del español peruano. Aunque haya vocablos propios de esta variante dialectal, se entienden gracias al contexto en el que estos se introducen. No hace falta usar ningún diccionario. En tercer lugar, se nos presentan localizaciones del país andino alejadas de Lima. Playas y carreteras transitadas por todo tipo de personajes le dan una pincelada costumbrista a la historia.
Horizonte tardío es un viaje hacia la memoria, la juventud, el heavy metal, la literatura y el arte de saber contar una historia poblada de digresiones. Escobar Ulloa lo ha vuelto a hacer. Mostrar una geografía periférica con individuos terrenales que habitan en los no lugares de un país. Rumbo a la carretera.
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