He llegado al final de Circular 22. También al final de esta reseña en marcha que comencé el 23 de abril de 2023. Por el espejo retrovisor puedo ver las primeras calles de Circular. Su proliferación de relatos dialogados que en determinadas avenidas dan paso a relatos más ensayísticos o con diferentes narradores para llegar a la última parte: «Derb», en la que el libro se transforma en un diario en tiempo real. Esta es la parte del libro que se lee con más soltura al ser prácticamente una unidad. En ella se aborda el día a día de un escritor fuera de su ciudad desafiando las convenciones propias de la escritura de diarios, nos encontramos una serie de anotaciones diarias durante un mes en las que se incorpora la figura de Juan Goytisolo y se reflexiona sobre el nomadismo como factor en la visión de las ciudades y en la de la literatura. Es posible que este sea el primer fragmento de Circular en el que hablo sobre el contenido.
¿Cuál es el contenido del resto del libro? ¿De qué trata? Ya he hablado de la importancia de la forma, la estructura, la arquitectura de Circular 22. ¿Pero y el fondo? ¿Qué contenido encierran esos centenares de fragmentos literarios?
En 2009, la artista Becky Cooper repartía a desconocidos por las calles Nueva York mapas en blanco de Manhattan. Les pedía que los rellenaran como quisieran y se los enviaran de vuelta. El resultado fue un cúmulo de emociones tal que llegó a publicarse en el libro Mapping New York).
Diez años más tarde, una programadora de Brooklyn creó en Google Maps un mapa colaborativo de Nueva York donde quien quisiera podía marcar un lugar donde había llorado en público.
Creo que Circular 22 tiene algo de esto en su contenido, un mapa emocional de la ciudad, de Madrid y del resto de las ciudades del mundo y a la vez de la literatura. Acoge el murmullo de la ciudad. Recoge el rumor emocional de la escritura. De esta manera, ninguno de los fragmentos se desarrolla dentro de los hogares, que parecen quedarse en el ámbito de lo privado. Solo entramos en apartamentos que son mostrados por un casero o un agente inmobiliario a un posible inquilino. Pisos sin habitar. Los conflictos dentro de los hogares no pertenecen a la ciudad sino a la narrativa clásica. Circular se mueve en un terreno fronterizo, en las aceras, en los descansillos, en los pisos vacíos, en esa frontera entre la ciudad y sus habitantes, entre los libros y sus lectores.
Son muchas las reseñas y entrevistas a Vicente Luis Mora que he visto mientras leía y acababa esta reseña en marcha y quería terminarla con algo que no hubiera visto en ninguna otra. Solo se nos ocurrió conseguir entrevistar a la misteriosa editora polaca de Circular 22, Monica Sobolewska. No fue fácil contactar con ella. La editorial se mostró reticente a darnos sus datos. Tenemos que agradecer la intermediación del profesor de Filosofía en la Universidad de Amsterdam, Hans Völlenkrisberg, que había coincidido con Mónica en una conferencia de Benedicte Vauthier sobre literatura fragmentada en la que se había hablado de Circular 07. Mónica Sobolewska nos respondió amablemente a nuestras preguntas por Zoom en las que no ha faltado la ironía de la que ha hecho gala en las propias notas del editor en Circular 22.
En primer lugar, quería felicitarte por tu dominio de nuestro idioma y porque nos hayas dado la oportunidad de entrevistarte después de tu trabajo en la edición de Circular 22. ¿Cómo has vivido este tiempo después de su publicación hace ya más de un año?
Gracias, me gusta mucho vuestro idioma y leo en español siempre que puedo. Ha sido un año de desconexión, porque la edición me tomó mucho trabajo y quería comenzar otros proyectos.
Circular 22 plantea la idea de ser un libro total, un libro mundo, en el que cabe todo. ¿Cómo hace una editora para ponerle límites al mundo? ¿Cómo decide qué es lo que se queda fuera de ese libro en el que cabe todo?
Mora es un escritor que sufre “grafomanomadismo” —palabra inventada por Julián Ríos en Larva—, y por eso es conveniente entrar a su selva con un buen machete, para dejar que la luz penetre la espesura. Él quería publicar 1700 páginas, en vez de las 634 definitivas de Circular 22, pero los editores de Galaxia Gutenberg y yo le convencimos de que la selección actual es más que suficiente.
Sin embargo, en el prólogo cuentas que Vicente Luis Mora quería publicar una versión más reducida y que tú añadiste fragmentos que encontraste en su archivo personal.
Como acabo de decir antes, en realidad fue justo al contrario, pero preferí dar en el prólogo una versión más políticamente correcta. Ahora ya no me importa que se sepa la verdad, porque el autor me ha decepcionado, al no reconocer nunca en las entrevistas mi importante papel. Sin mí ese libro hubiese sido un mamotreto ilegible.
El género del libro. Sabemos que Vicente Luis Mora considera esta cuestión poco importante. Sin embargo la labor de edición de una novela, de un ensayo o de un poemario no es la misma ¿Cuál es tú opinión como editora? ¿Qué tipo de libro crees has editado?
Confieso que hasta que leí Centroeuropa pensé que Mora era incapaz de hacer algo que no fuese literatura fragmentaria, como forma de incapacidad narrativa. Pero ahí me demostró que si no hace novelas más reconocibles es porque no le interesa. No obstante, el género de Circular 22 es ambiguo, híbrido. A mí, como teórica, sí me importa a qué genero puede pertenecer, y creo que pertenece al de la novela-mundo, en cuyo seno cabe cualquier cosa. Es el nombre que le damos a las realidades literarias que se resisten a la conceptualización.
En Circular hay mucho humor. Es pieza clave del libro. Tenemos fragmentos en los que el libro se burla de sí mismo. Notas en las que tú misma ironizas sobre la escritura del autor o viceversa. ¿Es necesaria esa parodia para quitarle importancia (digamos pedantería) a esa idea tan magna de contenerlo todo? ¿O es un mecanismo de autodefensa del autor, del editor y del propio libro?
Mora tiene menos gracia de la que cree, cuando nos reuníamos para trabajar acababa harta de sus chistes. Ni en su casa se los ríen. Intenté quitar algunas de esas piezas supuestamente humorísticas, pero él negociaba cada texto con uñas y dientes, y me preocupaba más sacar del volumen una pieza de no-ficción de 400 páginas que había escrito sobre la pesca deportiva en piscifactoría.
Dices al final de tu epílogo crítico escrito en marzo de 2022 que te quedabas con «la sensación dolorosa de no saber si has dedicado tantos años de tu vida a un libro de valor o a una excreción estética y sentimental». Apenas ha pasado año y medio de estas palabras. Después de la publicación, la acogida y las críticas del libro. ¿Has aclarado este dilema?
Prefiero no contestar a esta pregunta hasta que reciba la parte restante de los honorarios devengados por mi trabajo.
Mónica, he dejado para el final la pregunta que realmente me muero de ganas por hacerte y que no me hubiera atrevido a realizar de no ser por tenerte aquí delante (aunque sea por videoconferencia). De algunos de los párrafos, las notas al pie, el prólogo y el epílogo crítico he llegado a sospechar (y creo que con bastantes evidencias) que en realidad esta novela no la ha escrito Vicente Luis Mora, si no tú misma y has suplantado su identidad. (Ya hiciste tus pinitos como escritora publicando en 2010 el libro de relatos «Sombras entre líneas»). ¿Qué nos puedes decir de esto?
Me alegro de que “abras este melón”, como decís en España, una expresión que me parece muy graciosa. Esa y la de llamar sandio a un tonto, es un idioma muy hortofrutícola, el vuestro. Tampoco quiero responder del todo hasta que termine de cobrar, pero más que ser la autora de los textos —que tampoco valen tanto como para ir una reclamándolos—, sí que podríamos ponderar si la ordenación del volumen (de la que soy responsable) y la exigente selección realizada por mí, sostenida férreamente en contra del ego incontenible del autor, no serán dos de sus más importantes valores. Sin la crítica previa de Virginia (que le expurga los originales de errores y repeticiones, y le rompe borradores a escondidas), las sugerencias de la editorial y mis cuidados editoriales, Circular 22 sería, por seguir con vuestros símiles horticulturales, una castaña pilonga que nos importaría un nabo.
Gracias por tus palabras y tu atención Mónica. Esperamos que te vaya muy bien profesional y personalmente: ¿te veremos editando a algún otro escritor español? ¿Te gustaría editar a alguno en particular?
A Ana Rosa Quintana.
…
Nota 1:
En esta prolongada labor como lectoreseñista, este ejercicio de lectura crítica ha provocado una evolución en mí mismo como reseñista. No sé si hasta alcanzar a encontrar «la figura en la alfombra», probablemente no. Teniendo en cuenta que la lectura y el análisis me ha llevado tan solo nueve meses (y digo “tan solo” en comparación con los veinticinco años que le llevó a Vicente Luis Mora culminar su proyecto), imagino el crecimiento como escritor que ha debido suponerle esta obra.
Nota 2:
Gracias a Vicente Luis Mora por prestarse a poner voz a Mónica Sobolewska y por su buena disposición a aparecer no-entrevistado en esta reseña. Como dice él mismo en Nanomoralia: «La culpa es circular».
Parte I: Reseña en marcha de «Circular 22», de Vicente Luis Mora
Parte II: Instrucciones de uso: reseña en marcha de «Circular 22»
Parte III: Leer como una película de Pixar
Parte IV: El esqueleto esférico
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