Antes de empezar a hablar sobre esta novela he de aclarar una cosa: no la he leído. Para ser más exactos: aún no la he leído entera. La he agarrado por las solapas y he abierto sus páginas el 23-04-23, día del libro. Pero voy a empezar a reseñarla ya. ¿Por qué?
Hasta la publicación de Circular 22 por Galaxia Gutemberg en 2022, Circular ha sido durante 25 años una novela en marcha que Vicente Luis Mora empezó a escribir en 1998 y que ha terminado en 2022. El proyecto ha tenido dos primeras fases (que no partes): Circular (Plurabelle, 2003) y Circular 07. Las afueras (Berenice, 2007). Ambas están incluidas dentro de Circular 22 e incluso partes de aquellas dos primeras novelas están ahora comentadas o tienen teselas añadidas en la última versión.
Si Vicente Luis Mora pudo estar escribiendo Circular durante 25 años, creo que yo, modestamente, puedo ir reseñándola mientras la leo con dos objetivos claros: llegar al final de sus más de 600 páginas de narrativa, ensayo, relato, microrrelato y poesía en una comunión de géneros y, el más importante, tardar menos de 25 años en acabar la reseña.
PARTE I: LAS AFUERAS
Circular 22 comienza con un relato en el metro de Madrid, en la línea gris, “la circular”, esa que cualquiera que haya vivido en Madrid evita coger, porque está a mucha profundidad, porque tiene muchas paradas y muchos transbordos y mucho calor. Empezamos bien ¿me subo o no me subo a Circular? Me subo. Un relato en el metro al mejor estilo de las obsesiones de Cortázar (El Perseguidor, Manuscrito hallado en un bolsillo). Después de leer este primer cuento extraño temo quedarme encerrado en la línea gris.
Y ya en los primeros lugares de la obra (porque Circular no tiene capítulos, sino calles y lugares) encontramos una de las intenciones claras del texto: licuar los géneros, desde el propio y desde la anfibología del título (como explica el propio autor, la palabra «circular» tiene tres acepciones dependiendo de si se utiliza como verbo (transitar), sustantivo (carta escrita) o adjetivo (en forma de círculo).
Y también:
El paso del tiempo en el tiempo de la escritura y el intento de construcción de una ciudad a través de la literatura. Ambicioso Vicente Luis Mora:
Como dice el personaje de Lester Freamon en The Wire:
“Aquí estamos construyendo algo… y todas las piezas son importantes”.
Y no es de extrañar que The Wire, la gran serie-novela-narración de nuestro siglo se me haya venido a la cabeza, porque la propia Circular contiene una cita de su showrunner en su inicio:
“The game is out there”. David Simon.
Junto a otras de Shakespeare, Mallarmé o J.G. Ballard. Este Vicente Luis Mora viene con el claro propósito de hacerme entender que necesito de una lectura lenta para profundizar en Circular. Me sumo a ello con mi propia cita de David Simon:
“La pauta que sigo para ser verosímil cuando escribo es muy sencilla: que se joda el lector medio”.
Aunque en las cien primeras páginas de Circular 22 se pueden encontrar, entre otras cosas, tres prólogos (de los que sospecho que no son prólogos sino parte de la obra), un punto de ruptura del autor con los géneros canónicos. Como dice Gines S. Cutillas en una entrevista en la Revista Kopek, quizás la supervivencia de la literatura como arte pase por la hibridación de géneros, en una era en el que la ficción y la narrativa pura se consumen en formato audiovisual. Lo que vuelve a hacerme pensar en esa creencia que tengo de que The Wire es la gran obra narrativa de este siglo.
Circular 22, al igual que The Wire, plantea la creación o reconstrucción de la ciudad como ente literario. Si bien más tarde veremos que en el caso de Circular acaba expandiéndose fuera de sus fronteras, en este primer intento de reseña de la obra me gustaría centrarme en esta representación de la ciudad. Junto al propio cuerpo, la ciudad es el espacio más reconocible por cualquier persona y, sin embargo, son desconocidos ambos. Sabemos que tenemos un páncreas y un bazo e incluso sabríamos medianamente bien señalar su ubicación, pero ¿sabemos por qué sistema se comunican con el resto de órganos o cuál es su función? Las líneas de metro y las administraciones públicas, las alcantarillas y los transeúntes, ¿por qué sistema se mueven? ¿Nervioso, sanguíneo, linfático?
¿Puede ser representada la ciudad de nuestra época? ¿Cuál es la forma óptima para conseguirlo?
Si pensamos en el realismo de Dickens o de Galdós, parece que el hiperrealismo es la solución encontrada por David Simon en The Wire para plasmar la ciudad de Baltimore de forma magistral. Pero Simon va más allá, con más de 250 personajes bien definidos y partiendo desde las esquinas en las que se trapichea va creando una red que se expande, estableciendo enlaces entre personajes, espacios y estratos de la ciudad. Aquí es donde nos devuelve al libro que nos ocupa.
Circular está alejada del realismo dickensiano y mucho más del hiperrealismo de The Wire. Como se apuntaba antes, la narración ha quedado en el ámbito audiovisual y Circular pretende ser literatura, por lo que puede permitirse ser narrativamente realista. Pero sí tejer esa red, al igual que The Wire no se concentra en un personaje, ni en una familia, ni en una comunidad, ni siquiera en la propia ciudad. Estos recursos narrativos pasan a un segundo plano en una voluntad de construir una red urbana, una superestructura literaria y pasional de la ciudad.
Llegados a este punto no sé si estoy en el metro de Madrid o en el de Baltimore y tengo la sensación de que el hombre que viaja sentado enfrente es Cortázar, al que hubiera imaginado más en el Baltimore de Poe que en el de Omar Little. Quizás nada de esto es cierto. Debemos salir de la línea circular y recorrer las calles (porque Circular no tiene capítulos si no calles). Toda representación literaria de la ciudad es un mapa trazado por los desplazamientos de sus protagonistas y esta obra no es una excepción, salvo que el desplazamiento lo hace el lector.
Los primeros lugares que no hay que dejar de visitar en esta novela son los siguientes:
El relato que lleva por título BENICASSIM, ALICANTE en el que la voz del narrador en primera persona va pasando de un personaje a otro sin cambiar de tono, como si fuera un virus. Nota mental: Añadir “narrador virus” a la lista de narradores que apunto en un cuaderno.
LEGANÉS, AVENIDA PRINCESA JUANA DE AUSTRIA
Un poema escrito con aliteraciones en la que el comienzo que se repite es He visto, sí, como en aquel diálogo de Phillip K. Dick, He visto cosas que no creeríais.
He visto olas que no llegaban a romper, y regresaban.
ALUCHE
Un relato totalmente dialogado en el que alguien habla con una bomba programada con AI en el interior de un coche, intentando convencerla de por qué la mejor decisión es no explotar. Un relato que ya aparecía en Circular 03 y que cobra una actualidad total en 2023. Nota: dárselo a leer a ChatGPT en previsión de que la teoría del Basilisco de Roko pueda ser cierta. Por si acaso.
CALLE ALCALÁ CON MISTERIOS. TIENDA DE FOTOGRAFIA. TRECE FOTOS.
Uno de los relatos más representativos de esta parte, en el que se relata una historia a través de trece fotos en una tienda de revelado. En él se puede paladear el paso del tiempo en la escritura, con referencias que en su momento eran actuales y ya son anacrónicas.
No he acabado mi lectura de Circular 22. Sigo adelante. No puedo evitar pensar en que después de terminar de ver The Wire no pude volver a ver de la misma manera una serie policiaca. ¿Ocurrirá lo mismo con esta lectura? En Circular el género literario se diluye como un torrente que desborda las alcantarillas de la ciudad y arrastra en su curso poemas, microrrelatos, listas de la compra, ensayos, álbumes de fotos y circulares del ayuntamiento.
De momento, voy a dejarme llevar por esta riada calle abajo. Ya os contaré.
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