Baile del Sol Editorial. 182 páginas. 2018. Primera edición de 1982.
«Esta novela me ha impactado», «ha provocado que me cuestione muchísimas cosas», «un libro muy duro e inquietante», «me siento en el foco y muy cuestionado», «un libro incómodo en el buen sentido». Estas son algunas de las impresiones de los y las participantes en la última sesión del Club de Lectura Baobab, coordinado por Alejandra Guarinos Viñals. El club es un proyecto de la editorial 2709 books dedicado al fomento de la lectura de autores y autoras africanas y afrodescendientes.
En la última sesión compartimos la lectura de la novela autobiográfica El baobab loco de Ken Bugul, una de las autoras más relevantes de la literatura africana francófona, y también contamos con la participación de Alba Rodríguez García, profesora-investigadora de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas (UFR LSH) de la Universidad Gaston Berger (Senegal), amiga personal de la autora y doctora especializada en su obra.
Alba Rodríguez nos contó que el verdadero nombre de Ken Bugul es Mariétou Biléoma Mbaye. Al leer su primera novela, el editor de Mbaye le había recomendado preservar su identidad debido al contenido comprometido y autobiográfico de la obra: “no vas a conseguir marido ni otra persona que te edite más libros”. A Mbaye no le interesaba casarse pero sí volver a publicar, así que escogió el nombre de Ken Bugul. En wolof, quiere decir ‘la que nadie quiere’, un nombre protector que se da a los bebés nacidos después de tres niños muertos: para que ni la muerte los quiera.
Mariétou Mbaye Biléoma nació en 1947 en Ndoucoumane, al oeste de Senegal, como hija de morabito de ochenta y cinco años. A los cinco años, cuando su padre tenía noventa, la separaron de su madre y la inscribieron en el Lycée Malick Sy de Thiès, centro en el que se formó en una educación colonial que la alejó de sus raíces y la atrajo hacia Occidente. Allí se convirtió en una persona blanca. Porque en los libros de la época colonial, los personajes africanos siempre desempeñaban roles marginales, eran invisibles. Y Mbaye no quería ser ni se consideraba una de ellos: ella hablaba francés, vestía de forma occidental y le habían inculcado que era una verdadera “descendiente de los galos”.
A pesar de sus éxitos académicos en la Universidad de Dakar y de obtener una beca para estudiar en Bélgica, finalmente abandonó los estudios debido a diversas situaciones turbulentas (que incluían el consumo de drogas y la prostitución) que la llevaron a comprender la necesidad de regresar a África para encontrar su verdadera identidad y, sobre todo, para curarse del abandono materno y de su experiencia europea, dos hechos traumáticos que determinaron su vida. “Yo siempre he querido pertenecer a algo”, asegura la autora. Pero el abandono familiar y la ambivalencia de vivir en dos mundos opuestos sintiendo que no se pertenece a ninguno le provocaron un gran desgarro, un doble trauma difícil de superar.
De vuelta en Senegal, comenzó a escribir lo vivido como parte de “un proceso de exorcismo de su experiencia europea”. Así, en un café de Dakar, inició el proceso sanador de escritura de su primera obra que, según la autora ha comentado en repetidas ocasiones, le surgió casi del tirón y «el papel no se quejó». La obra a la que nos referimos es precisamente El baobab loco (1982) y surgió como una carta de Mbaye a su madre para compartir con ella la sensación de soledad que llevaba sintiendo desde que ella la abandonó siendo una niña. Pero su madre no sabía leer, así que fue una amiga la encargada de leerle la extensa carta y, al descubrir su calidad, decidió llevarla a un editor senegalés. Este proceso de sanación no acabaría hasta finalizar la tercera obra de la trilogía: Riwan o el camino de arena.
Al igual que sucede en la vida de la autora, en la trama de la novela se destaca la violencia que enfrenta la protagonista, también llamada Ken Bugul, a causa de que en Bélgica esos “otros”, a los que ella considera iguales, únicamente la ven como un objeto sexual o una curiosidad exótica. En un primer momento, el hecho de ser vista como una «no-blanca» en Bruselas desencadena una crisis personal en la que la protagonista rechaza la identidad africana. Pero tras varios episodios traumáticos, la protagonista busca desesperadamente su identidad como mujer negra, renunciando a esos falsos ancestros galos y buscando una re-conexión con sus raíces, simbolizada a lo largo del libro por el baobab.
La obra se centra en la búsqueda de una identidad a través de la alteridad. Y, en ese sentido, el proceso creativo de escritura autobiográfica se convierte en el camino más eficaz para la formación de una nueva imagen que pretende ser más colectiva que individual, una validación personal en una sociedad que te acepta e incluye.
Es muy interesante descubrir como en la estructura de la novela, la crisis de identidad que padece Ken, esa “locura” producto de su educación europea y el consiguiente desarraigo de la sociedad en que nació, se corresponde precisamente con una estructura discursiva no-lineal y con un estilo narrativo que refleja el desorden mental de la narradora. Alba Rodríguez nos cuenta que la estructura cíclica del relato, que comienza con el baobab en la prehistoria del personaje, es un camino de idas y venidas hasta regresar de nuevo al baobab senegalés; y esa misma estructura cíclica se repite también en la trilogía, como fruto de una autora cuenta cuentos, de una autora griot, que maneja con habilidad los recursos de la tradición oral senegalesa.
Por último, también es interesante comentar que durante la sesión del club de lectura la palabra ‘colonización’ apareció en diversas ocasiones. Porque el desgarro de la autora-protagonista nació al ser separada de su madre para asistir a la escuela francesa, ese lugar en el que los colonizados aprenden a renegar de su cultura. De nuevo en palabras de Alba Rodríguez: “La escuela francesa no es solamente cómplice del sistema de opresión, sino que usurpa a los ancianos la función de iniciar a los jóvenes en el bosque sagrado «au milieu des baobabs». Peor aún, la imposición de la escuela viola el espacio sagrado que representan los baobabs. La escuela desacraliza un lugar en el que se aprende la vida comunitaria y la entrega.” En el Lycée, Mariétou Mbaye Biléoma aprendió las tradiciones del dominador y vivió al margen de su propia comunidad. Y esa situación física de la escuela occidental, aislada del pueblo, lejos de los baobabs, también nos habla del aislamiento que vivieron todos los que recibieron su educación.
¿Y por qué «es un libro incómodo en el buen sentido»? ¿Por qué «nos sitúa en el foco y provoca que nos sintamos cuestionados»? Los participantes del Club de Lectura Baobab deducimos que lo que nos incomoda y cuestiona de esta obra es la toma de conciencia de cómo se puede sentir una persona africana en Europa. Nos damos cuenta de qué sensaciones provocamos en los demás a veces de forma sutil, a veces sin darnos cuenta y desde la ignorancia.
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