En 1854, los ataques maníaco-depresivos de Schumann eran ya insoportables. Se creía rodeado por espíritus. Algunos de ellos eran bondadosos y prometedores. Otros, atroces, y también promisorios, pero lo que prometían era terrible. Unos y otros cantaban y le dictaban música, pero la de los demonios era como ladridos de hienas. A principios de año, […]